El lenguaje de l’odio desde el punto de vista social y jurídico.

Sabemos que el lenguaje del odio  ha ido aumentando siempre más en nuestras sociedades y se ha convertido en un fenómeno mundial muy peligroso. Su crecimiento a sido exponencial en el web gracias a la presencia de las redes sociales frecuentadas sobre todo por jóvenes. Me ha hecho reflexionar mucho una lectura sobre uno estudio de la Corte Suprema de los Estados Unidos y otros estudios que muestran que el lenguaje del odio  desde el 2008 no está más espontáneo y quizás atribuible de cualquier manera a la libertad de expresión, sino organizado y estructurado muy peligroso. De hecho han surgido unas verdaderas centrales del odio donde se construyen las fake news con la finalidad de crear confusión en las personas, que falsifican la realidad y también la historia (revisionismo sobre los hebreos y el holocausto, recientemente sobre el coronavirus y las vacunas) crean ex novo noticias falsas para sostener determinadas ideas que después se conviertan en verdaderas, por propaganda, sobre todo sobre el terrorismo en Medio Oriente. Algunas personas muy preparadas en el ámbito informático, reciben retribuciones para crear estas noticias y después difundirlas a través de los bot ( perfiles automatizado y por lo tanto difícilmente punibles)  e trol ( perfiles falsos de personas verdaderas para ocultar su identidad) o cyborg (perfiles mezclados).

Las centrales del odio producen el material con retribuciones y después les dan a los influencer del odio , a menudo jóvenes quienes a través de las redes sociales lo difunden sirviéndose del así dicho "hate speech soft", es decir un lenguaje del odio alusivo y implícito que logra de eludir la criba de los algoritmos creados para obstaculizar esto fenómeno (He leído un libro muy interesante a propósito, “La lingua bugiarda” de Alan Weirich (La lengua mentirosa hecha de implícitos). Después los repetidores del odio, unas masas que parece desatada, pero no lo es, los amplifican compartiéndolo en las redes sociales.

Esto está a la base del código de conducta creado en el 2016 por "Facebook, Google, Twitter, Microsoft, Google", nacido para obstaculizar esto fenómeno muy peligroso. De hecho sabemos que muchos atentados terroristas de matriz islámica o liados al suprematismo blanco o al neonazismo o de todas maneras a la derecha extrema o también contra el antisemitismo han sido ideados, inspirados y organizados a través de la red y que por lo tanto van más allá de la libertad de pensamiento y de expresión, pero son una verdadera amenaza a los derechos y también a la existencia de algunas minorías.  Como sabemos, mucho a sido hecho hacia el terrorismo islámico, pero poco hacia el suprematismo blanco sobre todo en los estados unidos, donde hay muchas comunidades llenas de odio como "Qanon". La Italia y la Europa hacen mucho para obstaculizar este fenómeno. En el 2017 a sido elaborado y aprobado un papel muy importante,  la Pirámide del odio en colaboración con el Consejo de Europa e de la ACNUR (= Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). A la base hay las actitudes (aceptar los estereotipos buscar chivos expiatorio etc..) Siguen las conductas (insultar, marginar, ridiculizar ), Después la discriminación (en el trabajo, por el cuarto, acciones hostiles hacia la raza, la religión, nacionalidad, orientación sexual, identidad de género) Más arriba hay la violencia y más arriba aún el genocidio. Siguen las recomendaciones para los estados a hacer leyes contra el lenguaje del odio. En Italia hay ya una ley y en estos días un debate sobre otra ley hacia las discriminaciones y las violencias hacia la orientación sexual y la identidad de género y el género y la discapacidad, pero está firmemente obstaculizada por la Derecha.

Pero el lenguaje del odio, desafortunadamente sigue despoblando en las redes sociales y también en la vida real produciendo muchas laceraciones en la sociedad. Yo estoy muy preocupada sobre todo por las implicaciones políticas  que ven el éxito electoral de los partidos de derecha en Italia y en Europa, también en España.