Hombres y mujeres

Sabía de las condiciones de casi esclavitud de las mujeres en la época de Franco y también del fascismo en Italia, pero leer los puntos de la ley falangista hace un efecto muy impactante ¡y afortunadamente hace reír! Sin embargo, estoy convencida de que hoy las cosas han cambiado y las mujeres hemos ganado más libertad, digo más porque aún queda mucho camino por recorrer. Ciertamente las nuevas generaciones van por delante. Los jóvenes tienen una mayor conciencia de su papel y responsabilidad en el matrimonio, pero aún quedan bolsas profundos de patriarcado, contra los cuales debemos luchar con fuerza y determinación.

Me alegra que las mujeres se hayan liberado de las cadenas sociales que las oprimieron durante siglos (incluso milenios) de dominación masculina. El feminismo es un movimiento valiente que ha permitido a las mujeres recuperar el control de su destino. Hoy en día, en nuestras democracias occidentales, por fin se reconoce el lugar de la mujer como igual al del hombre.
La mayoría de los hombres se sienten muy cómodos con esta igualdad, aunque, es cierto, aún queda mucho por hacer en el reparto de las tareas diarias. Cuando hablo de esto con amigos, a menudo me dicen que las mujeres tampoco comparten actividades asignadas a los hombres como el bricolaje u otras tareas similares. Pero esto va en la dirección correcta.
Lo que me plantea un problema mayor es el feminismo actual, que se parece demasiado a la venganza de las mujeres contra los hombres. A veces es odio. Esto se convierte en sexismo, quería decir racismo primario. La paridad en los negocios significa nombramiento según el género y no según el mérito. En los medios de comunicación la imagen del hombre está devaluada respecto a la de la mujer. Cuando se mencionan los asesinatos de cónyuges, sólo se mencionan los feminicidios. Por supuesto, son más numerosos que los asesinatos cometidos por mujeres contra sus maridos, pero estos "masculinicidos" siguen representando entre el 20 y el 25% de los casos. Hemos llegado a una situación en la que el feminismo se ha convertido en lo que era el machismo: una opresión de un grupo humano sobre otro. La “masculinofobia” debe rechazarse del mismo modo que la homofobia o la xenofobia.
¡Abogo, pues, por una verdadera igualdad, ejercida sin segundas intenciones, en la alegría de vivir juntos!

Estoy de acuerdo contigo.
¡Deseo de todo corazón que mujeres y hombres tengan los mismos derechos, los mismos deberes, las mismas alegrías de vivir!
Mediante contraejemplos (poco hábiles, lo admito), quería solamente mostrar que no todos los hombres son bastardos y no todas las mujeres son santas. Asimismo, no todos los hombres de un determinado origen étnico A son racistas y los de otro origen B son víctimas. O los de una religión tienen razón y los de otra filosofía están equivocados.
Colocar a las personas en cajas y etiquetarlas siempre conduce a errores masivos.
En lugar de ello, consideremos a cada ser humano: él o ella es único, su vida vale tanto como la de otro, su diferencia es una riqueza para los demás.
Todo ser tiene valor y debe ser protegido.
Si una mujer es víctima de una injusticia, la defiendo con todas mis fuerzas, como lo haría con un niño, un hombre o cualquier ser vivo.
La falta de equidad, l'injusticia, la desigualdad causa la desgracia, la guerra. Sólo la igualdad garantiza la paz.
Estoy por la paz y la alegría de vivir juntos.